Ventanas

Ventana.

¿Una ventana es un vacío o un encierro?

Era una de las muchas preguntas que Alejandro nunca se había podido contestar.

Su vida estaba llena de ventanas.

Miles y cientos de ventanas, miles cerradas y cientos abiertas.

De pequeño pintaba compulsivamente el mismo dibujo. Era un edificio mastodóntico, con paredes inmensas y lisas como un gran rectángulo. La fachada estaba llena de vanos de ventana dispuestos milimétricamente como si fueran la calcomanía de un orden. Ninguno de aquellos edificios tenía puerta alguna ni el mínimo detalle ornamental. Sólo ventanas y ventanas de las que salían llamas como queriendo huir de un silencio.

Lo que pintaba era el incendio del edificio que había frente a su casa. Un horrible y pretencioso edificio institucional que albergaba la Delegación de Hacienda franquista (y luego lo que fuera). Aquel bullicio del fuego saliendo por las ventanas y las sirenas y los coches aquellos de bomberos llenos de recovecos donde auparse hasta la valentía se quedaron grabados en su imaginación y quizá arruinaron su creatividad para siempre. Pero no había forma de huir de allí. Nunca fue capaz de dibujar ninguna puerta.

Por eso no le fue tan difícil escoger una ventana cuando llegó el momento.

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