Escrito de Alejandro en una hoja

Escrito de Alejandro en una hoja.

Alejandro, en aquellos tiempos, se iba muchas veces a su habitación sin cenar. Cada noche era una nueva discusión con su padre y había optado por aislarse en su pequeño bureau rojo despintado. Allí escribía sin pensar ni cesar en hojas sueltas que acababan arrugadas en un cajón. Cuando conoció a Sara se dio cuenta de que ya no escribía tanto, de que pensaba más, de que hacía mejor letra y de que invariablemente cada noche una de esas hojas estaba escrita para ella:

“Cuando era pequeño no pensaba en nada; bueno, pensaba en todo, pero era como no pensar en nada, tú me entiendes. Las cosas venían rápidas y el tiempo pasaba despacio. Cada día era una eternidad en la que ocurrían muchos colores o sonidos o palabras que se tropezaban conmigo y siempre me pillaban con la boca abierta. Un día dejé de pensar y me puse a pensar en que los días cada vez se parecían más y al poco el tiempo ya no era eterno y las risas empezaron a ser un poco forzadas y las preguntas repetidas y las respuestas ya no decían nada. Luego vino la melancolía.”

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